El embrujador es un óleo de gran tamaño concentrado en una figura singular, la del gallero dueño de oscuros poderes, que le da nombre.
Cesáreo Bernaldo de Quirós
fue un artista argentino que abarcó todos los géneros: figuras, paisajes, naturalezas muertas, obras alegóricas. Fue profesor en la Escuela Nacional de Artes Decorativas y presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes.
En 1942 adquió una gran extensión de tierra sobre las barrancas del río Paraná, cerca de la ciudad homónima, creando un museo con una vasta colección de armas, muebles, adornos y objetos de gran valor artístico.
fue un artista argentino que abarcó todos los géneros: figuras, paisajes, naturalezas muertas, obras alegóricas. Fue profesor en la Escuela Nacional de Artes Decorativas y presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes.
En 1942 adquió una gran extensión de tierra sobre las barrancas del río Paraná, cerca de la ciudad homónima, creando un museo con una vasta colección de armas, muebles, adornos y objetos de gran valor artístico.
Comentario sobreEl embrujador
El poeta Leopoldo Lugones llamó a Quirós “el pintor de la Patria” (1), definición aún vigente en algunos círculos de la cultura argentina. Iniciado en la pintura bajo la guía del valenciano Vicente Nicolau Cotanda, Quirós completó sus estudios con Ángel Della Valle y Reinaldo Giudici en la academia de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, donde ingresó en 1897.
En 1900 viajó becado para perfeccionarse en Roma; a partir de ese momento su carrera fue en ascenso: obtuvo una primera mención en la Bienal de Venecia de 1901, la compra de su cuadro Los segadores por el Museo de Arte Moderno de Barcelona en 1907, el Gran Premio y medalla de oro otorgados en la Exposición Internacional del Centenario (1910), donde se le dedicó una sala especial, y expuso en muestras realizadas en España, Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña en los años 20 y 30.
Aquel primer viaje le había permitido recorrer Italia y España, donde tomó contacto con los artistas españoles Joaquín Sorolla e Ignacio Zuloaga, este último un referente para el desarrollo del estilo y para las elecciones temáticas del artista. A su regreso a Buenos Aires, en 1907, Quirós se sumó al grupo Nexus, que además integraban Collivadino, Ripamonte y Fader, entre otros.
Si bien abordó desde el paisaje hasta la naturaleza muerta, en el conjunto de su obra se destacan especialmente aquellas pinturas dedicadas a gauchos y otros personajes identificados con la vida rural y la historia argentinas, en especial la época de las montoneras. A partir de 1916 y durante diez años, Quirós se retiró al interior de Entre Ríos, donde estudió minuciosamente a los hombres y mujeres que trabajaban y frecuentaban el lugar, materia prima a partir de la cual realizó la serie de Los gauchos, presentada en una gran exposición en Amigos del Arte (1927).
Pero ya en 1919 la temática había aparecido en ocasión de la muestra individual en Müller, donde El embrujador concitó el interés de la crítica y el público (2). El Estado no fue ajeno a esa atracción: adquirió el óleo que pasó a formar parte de la colección del MNBA. En la década del 60, Los gauchosestarían en el centro de la puja entre las autoridades políticas y Jorge Romero Brest, cuando las primeras aceptaron la donación de treinta pinturas por parte de Quirós, con la obligación de su exposición permanente, sin acuerdo del director del MNBA (3).
Como varias obras de la serie, El embrujador es un óleo de gran tamaño concentrado en una figura singular, la del gallero dueño de oscuros poderes, que le da nombre. Esta relación entre la imagen y la palabra, que se establece también en el caso de las obras con varios personajes y aun en aquellas con contenido narrativo, no es ajena al carácter esencialista del discurso pictórico de Quirós, abocado a “fijar la vida pasada, la vida guerrera y romántica de esa provincia (Entre Ríos)” (4) El curandero (inv. 7092, MNBA), El patroncito (inv. 7107) y también Aves de presa (inv. 7088) y Lanzas y guitarras (inv. 7090), por nombrar solo algunos ejemplos, no son retratos propiamente dichos, si bien se conoce la identidad de los modelos que posaron para su elaboración (5), ni escenas históricas, sino más bien versiones de una tradición y unos valores vernáculos que trascienden el paso del tiempo (6).Marta Penhos
En 1900 viajó becado para perfeccionarse en Roma; a partir de ese momento su carrera fue en ascenso: obtuvo una primera mención en la Bienal de Venecia de 1901, la compra de su cuadro Los segadores por el Museo de Arte Moderno de Barcelona en 1907, el Gran Premio y medalla de oro otorgados en la Exposición Internacional del Centenario (1910), donde se le dedicó una sala especial, y expuso en muestras realizadas en España, Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña en los años 20 y 30.
Aquel primer viaje le había permitido recorrer Italia y España, donde tomó contacto con los artistas españoles Joaquín Sorolla e Ignacio Zuloaga, este último un referente para el desarrollo del estilo y para las elecciones temáticas del artista. A su regreso a Buenos Aires, en 1907, Quirós se sumó al grupo Nexus, que además integraban Collivadino, Ripamonte y Fader, entre otros.
Si bien abordó desde el paisaje hasta la naturaleza muerta, en el conjunto de su obra se destacan especialmente aquellas pinturas dedicadas a gauchos y otros personajes identificados con la vida rural y la historia argentinas, en especial la época de las montoneras. A partir de 1916 y durante diez años, Quirós se retiró al interior de Entre Ríos, donde estudió minuciosamente a los hombres y mujeres que trabajaban y frecuentaban el lugar, materia prima a partir de la cual realizó la serie de Los gauchos, presentada en una gran exposición en Amigos del Arte (1927).
Pero ya en 1919 la temática había aparecido en ocasión de la muestra individual en Müller, donde El embrujador concitó el interés de la crítica y el público (2). El Estado no fue ajeno a esa atracción: adquirió el óleo que pasó a formar parte de la colección del MNBA. En la década del 60, Los gauchosestarían en el centro de la puja entre las autoridades políticas y Jorge Romero Brest, cuando las primeras aceptaron la donación de treinta pinturas por parte de Quirós, con la obligación de su exposición permanente, sin acuerdo del director del MNBA (3).
Como varias obras de la serie, El embrujador es un óleo de gran tamaño concentrado en una figura singular, la del gallero dueño de oscuros poderes, que le da nombre. Esta relación entre la imagen y la palabra, que se establece también en el caso de las obras con varios personajes y aun en aquellas con contenido narrativo, no es ajena al carácter esencialista del discurso pictórico de Quirós, abocado a “fijar la vida pasada, la vida guerrera y romántica de esa provincia (Entre Ríos)” (4) El curandero (inv. 7092, MNBA), El patroncito (inv. 7107) y también Aves de presa (inv. 7088) y Lanzas y guitarras (inv. 7090), por nombrar solo algunos ejemplos, no son retratos propiamente dichos, si bien se conoce la identidad de los modelos que posaron para su elaboración (5), ni escenas históricas, sino más bien versiones de una tradición y unos valores vernáculos que trascienden el paso del tiempo (6).Marta Penhos
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