martes, 27 de junio de 2017

La Bella Durmiente de Louis Sussmann-Hellborn

Escultura en mármol realizada en 1880. Alte Nationalgalerie, Berlín.


Gracias a Internet he conocido (parcialmente) esta obra que me parece maravillosa y propia de un artista (que tampoco conocía) de gran talento. No he encontrado mucha más información, ni cómo el escultor logró sortear los desafíos de tallar en mármol el rosal que rodea a la Bella Durmiente.


Louis Sussmann-Hellborn (1828-1908), también escrito Ludwig Sussman Hellborn, fue un escultor alemán, pintor, coleccionista de arte y constructor.
Nació en Berlín y recibió su formación como escultor en la Academia de Artes de Berlín. Viajó a estudiar en Francia, Bélgica e Inglaterra. Vivió en Roma de 1852 a 1856. La primera gran exposición de sus obras se organizó en Berlín en 1856. Fue uno de los fundadores del Museo Real de Artes Decorativas y también participó en la construcción de una colección de esculturas en el Museo Real de Berlín.




La Bella Durmiente

Érase una vez un rey y una reina que aunque vivían felices en su castillo ansiaban día tras día tener un hijo. Un día, estaba la Reina bañándose en el río cuando una rana que oyó sus plegarias le dijo.
-Mi Reina, muy pronto veréis cumplido vuestro deseo. En menos de un año daréis a luz a una niña.
Al cabo de un año se cumplió el pronóstico y la Reina dió a luz a una bella princesita. Ella y su marido, el Rey, estaban tan contentos que quisieron celebrar una gran fiesta en honor a su primogénita. A ella acudió todo el Reino, incluidas las hadas, a quien el Rey quiso invitar expresamente para que otorgaran nobles virtudes a su hija. Pero sucedió que las hadas del reino eran trece, y el Rey tenía sólo doce platos de oro, por lo que tuvo que dejar de invitar a una de ellas. Pero el soberano no le dio importancia a este hecho.
Al terminar el banquete cada hada regaló un don a la princesita. La primera le otorgó virtud; la segunda, belleza; la tercera, riqueza.. Pero cuando ya sólo quedaba la última hada por otorgar su virtud, apareció muy enfadada el hada que no había sido invitada y dijo:
-Cuando la princesa cumpla quince años se pinchará con el huso de una rueca y morirá.
Todos los invitados se quedaron con la boca abierta, asustados, sin saber qué decir o qué hacer. Todavía quedaba un hada, pero no tenía poder suficiente para anular el encantamiento, así que hizo lo que pudo para aplacar la condena:
-No morirá, sino que se quedará dormida durante cien años.
Tras el incidente, el Rey mandó quemar todos los husos del reino creyendo que así evitaría que se cumpliera el encantamiento. 
La princesa creció y en ella florecieron todos sus dones. Era hermosa, humilde, inteligente… una princesa de la que todo el que la veía quedaba prendado.
Llegó el día marcado: el décimo quinto cumpleaños de la princesa, y coincidió que el Rey y la Reina estaban fuera de Palacio, por lo que la princesa aprovechó para dar una vuelta por el castillo. Llegó a la torre y se encontró con una vieja que hilaba lino. 
-¿Qué es eso que da vueltas? - dijo la muchacha señalando al huso.
Pero acercó su dedo un poco más y apenas lo rozó el encantamiento surtió efecto y la princesa cayó profundamente dormida.
El sueño se fue extendiendo por la corte y todo el mundo que vivía dentro de las paredes de palacio comenzó a quedarse dormido inexplicablemente. El Rey y la Reina, las sirvientas, el cocinero, los caballos, los perros… hasta el fuego de la cocina se quedó dormido. Pero mientras en el interior el sueño se apoderaba de todo, en el exterior un seto de rosales silvestres comenzó a crecer y acabó por rodear el castillo hasta llegar a cubrirlo por completo. Por eso la princesa empezó a ser conocida como Rosa Silvestre. 
Con el paso de los años fueron muchos los intrépidos caballeros que creyeron que podrían cruzar el rosal y acceder al castillo, pero se equivocaban porque era imposible atravesarlo. 
Un día llegó el hijo de un rey, y se dispuso a intentarlo una vez más. Pero como el encantamiento estaba a punto de romperse porque ya casi habían transcurrido los cien años, esta vez el rosal se abrió ante sí, dejándole acceder a su interior. Recorrió el palacio hasta llegar a la princesa y se quedó hechizado al verla. Se acercó a ella y apenas la besó la princesa abrió los ojos tras su largo letargo. Con ella fueron despertando también poco a poco todas las personas de palacio y también los animales y el reino recuperó su esplendor y alegría.
En aquel ambiente de alegría tuvo lugar la boda entre el príncipe y la princesa y éstos fueron felices para siempre. (Cuento de Charles Perrault)








sábado, 24 de junio de 2017

Bloqueado por facebook (Seamos realistas)

(Bloqueado)


Hasta el 23 de julio de 2017 estaré bloqueado por facebook por haber mostrado un desnudo. Por lo tanto, no podré subir nada a esa red social.
Aun así, me pueden buscar en mi nuevo perfil y restablecer nuestra amistad. "Seamos Realistas" será exclusivamente para compartir arte del que nos gusta.


Si te interesa el arte, pídenos amistad.


martes, 13 de junio de 2017

Charles Sheeler, el padre de los hiperrealistas


Charles Rettew Sheeler Jr. (1883-1965) fue un pintor, fotógrafo estadounidense e iniciador del estilo pictórico precisionista. Se le considera una figura central del realismo de su país y uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX.


Texto de Esther Dávila

Charles Sheeler hizo muchas cosas en un mundo, el del arte de la primera mitad del siglo veinte, en el que mucha gente hacía muy bien muchas cosas. Fue pintor, fotógrafo e, incluso, temprano y efímero cineasta. Tal vez ese sea el problema, que entre el marasmo de genios y corrientes quedó relegado al vasto pantano de los artistas de segundo orden. Una pena, porque entre las variadas expresiones artísticas que probó a lo largo de su vida, dio con un hallazgo que merecería situar algunas de sus obras junto a las de los grandes nombres del arte moderno. No fueron demasiadas, pero sus pinturas de paisajes industriales sumaron un tema y una visión al realismo norteamericano verdaderamente originales.

miércoles, 7 de junio de 2017

Los prerrafaelistas (1) Edward Burne-Jones


"La escalera dorada" de Edward Burne-Jones, 277 por 117 cms. El dibujo lo completó en 1872, pero sólo comenzó la pintura en 1876 terminándola cuatro años después.


Iniciamos esta serie dedicada a los pintores prerrafaelistas.
Si bien Edward Burne-Jones no está desde el comienzo en el grupo, su obra es una de las más interesantes y que más influencia ejerce en la segunda mitad del siglo XIX.


El prerrafaelismo

La Hermandad Prerrafaelita (Pre-Raphaelite Brotherhood) fue una asociación de pintores, poetas y críticos ingleses, fundada en Londres en 1848 por John Everett Millais, Dante Gabriel Rossetti y William Holman Hunt. La hermandad duró apenas cinco años, pero su influencia se dejó sentir en la pintura inglesa hasta comienzo el siglo XX. 
Los prerrafaelitas rechazaban el arte académico predominante en la Inglaterra del siglo XIX, centrando sus críticas en Joshua Reynolds, fundador de la Royal Academy of Arts. Desde su punto de vista, la pintura académica imperante no hacía sino perpetuar el manierismo de la pintura italiana posterior a Rafael y Miguel Ángel, con composiciones elegantes pero vacuas y carentes de sinceridad. Por esa razón, ellos propugnaban el regreso al detallismo minucioso y al luminoso colorido de los primitivos italianos y flamencos, anteriores a Rafael —de ahí el nombre del grupo— a los que consideraban más auténticos.

Edward Burne-Jones ( izq) y William Morris, 1890.

viernes, 2 de junio de 2017

El detalle que no conocía: La Piedad, de Miguel Angel



Miguel Angel Buonarroti es autor de las dos esculturas más famosas del mundo: El David y La Piedad, las dos realizadas antes de cumplir los 30 años. Por La Piedad siento una particular devoción y hace poco descubrí un detalle que nunca había tenido en cuenta.


Por Rubén Reveco - Licenciado en Artes Plásticas

Un gran artista nunca escatima esfuerzo, nunca simplifica para ahorrarse trabajo. Bien sabemos que el mármol es una de las piedras más difíciles de trabajar, sin embargo Miguel Ángel en esta obra hace un despliegue inusitado de pliegues en el ropaje de la Virgen y de líneas onduladas en el cabello de Jesucristo.

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