Nota de la Redacción
He querido reunir en una sola entrega lo que hace unos años publiqué en este mismo blog en 10 capítulos por separado. De esta forma, el acceso a sus contenidos es más fácil. Espero que sea de utilidad.
Primero que nada tengo que decirte que estás por realizar una de las actividades más misteriosas y antiguas de la historia. Mucho antes de que los seres humanos empezaran a pintar o esculpir habían utilizado el fuego, pero el fuego era algo que ya existía. Habían utilizado las vestimentas para protegerse del frío, las mismas que cubrían los cuerpos de los animales. Habían aprendido a navegar, seguramente agarrado de un tronco que flotaba a la deriva. Pero nunca habían hecho lo que nosotros llamamos arte, porque dibujar o pintar era algo sin precedentes.
Por Rubén Reveco, licenciado en Artes Plásticas
Ilustración de Arturo Asensio
1) ¿Seguro que quieres ser pintor?
Cuando hoy vamos a la librería y compramos carbonilla (unas inocentes ramitas de sauce) estamos por repetir un proceso originado hace miles de años. Porque al trazar una raya sobre una superficie estamos repitiendo lo que hicieron nuestros antepasados prehistóricos, cuando de un resto de una fogata tomaron una rama con su punta carbonizada y la usaron para hacer un trazo sobre la pared de su caverna: Habían inventado las artes plásticas.
Es decir, trabajaron con materia inerte pero con características de plasticidad. El barro, la piedra, las tierras de colores se podían modelar, alterar y transformar no sólo en objetos utilitarios (herramientas y vasijas, por ejemplo) sino en objetos artísticos. Como un bisonte en la pared. Eso sí, no era un bisonte de verdad, era una representación. Estaba ahí, en la pared, no se movía, no era peligroso, pero existía.