Vicente Huidobro escribía que “el poeta es un pequeño Dios” y "Por qué cantáis la rosa, ¡oh
Poetas! Hacedla florecer en el poema". ¡Muy hermoso, pero
típico de los primeros años del siglo XX cuando existía esa
efervescencia creativa mezclada con bohemia y otras sustancias “non
santas”.
Por Rubén Reveco, Licenciado en Artes Plásticas
Los fauvistas hacían explotar los colores como si fuesen fuegos de artificio, los cubistas hacían estallar los límites de las formas conocidas, los surrealistas sondeaban en el mundo onírico. Todo estaba por ser inventado. ¿Todo? En realidad no tanto. En las dos primeras décadas hubo una especie de “acelerada a fondo”, pasaron muchas cosas y muy diversas pero todas tenían un precedente. No hubiese existido el fauvismo sin Paul Gauguin, el expresionismo sin Ensor Munch y éste sin Vincent van Gogh, el cubismo sin Paul Cezanne, etc. etc.
¿El artista es un creador en problemas?
Han pasado cien años y las cosas están
cambiando. Esto no quiere decir que los artistas estén usando cuello y
corbata o se parezcan más a un ejecutivo que a un pintor. Estos siempre
tendrán un look que los caracteriza y es bueno que sea así (los
artistas se diferencian del resto). Pero me refiero a que los pintores
están volviendo al oficio; a una especie de neoclacisismo siglo XXI.
Quieren -además de artistas- ser artesanos. Les interesa preparar sus
telas o maderas donde pintar y saber de pigmentos y aglutinantes. Han
vuelto a pintar.
Muchos que lean esto dirán: “A mí en la
Escuela de Arte nunca me enseñaron nada de eso”. También es un tema
pendiente y trataremos más adelante: ¿Qué están enseñando los que dicen
estar capacitados para enseñar?
¿Ser creador divierte o hace sufrir?
Supongo que Dios estaba contento cuando
hizo de barro a Adán. Pero una cosa es el Altísimo y otra cosa muy
diferente es el hombre (imperfecto) en acción de crear. No me imagino a
Dios con dudas, con la necesidad de aprender modelaje, anatomía,
proporción. Tampoco La Biblia dice si Dios tenía algún tipo de
conocimiento previo o si había estudiado escultura en alguna escuela de
arte. No lo creo...
Pero en realidad quiero hablar de este
lío presuntuoso que es crear. El pintor, al igual que el poeta, el
novelista debe ser preferentemente creadores. Que me perdonen los
músicos, pero a ellos les puede ir muy bien siendo “sólo interpretes”.
Es más, pueden ganar mucho dinero si tienen una buena voz o son
virtuosos con algún instrumento. El pintor está condenado a la creación y
la creación es un parto muchas veces doloroso, pero lo debes intentar.
Pintura de Wang Yidong
Pero dicen que los realistas no son creativos
Tu qué quieres ser pintor y, además ser
un pintor realista, habrás escuchado que los realistas, figurativos o
hiperrealistas sólo tienen una buena técnica y se limitan a imitar. Que
son buenos copistas, pero... Que no son más que virtuosos e intérpretes y
un montón de cosas por el estilo. No te preocupes, nada de eso es así.
Esto de asociar lo creativo con lo
“nunca visto” es producto de una mala interpretación del término
“crear”. Sucede que el hombre no es un pequeño Dios, suponiendo que
Dios creó de la NADA.
La Biblia dice que hizo al hombre de
barro. Es decir, fue el primer escultor. Pero lo hizo “a imagen y
semejanza”. Eso quiere decir que no existe acto de creación al cien por
ciento. Siempre tendremos algo en qué referenciarnos, algo que nos ha
gustado, que hemos heredado, que nos ha influenciado, que está en
nuestros genes, que está atrás pero no olvidado, que es parte de nuestra
cultura y que es parte del lugar en que vivimos.
No hay creadores, hay herederos.
¡Vamos a lo nuestro!
Estamos al frente de una tela en blanco y
trazamos una línea horizontal de color negro marfil con un pincel
número 20. Hace unos segundos ese trazo negro no existía y nosotros le
hemos dado entidad. Y más aún, no existe en el mundo un trazo igual al
que acabamos de hacer.
Pero mucha trementina en la mezcla
provoca algo que no teníamos previsto y empiezan los problemas. El trazo
en cuestión está chorreando hacia abajo producto de la Ley de Gravedad.
Nuestra incipiente creación comienza a alterarse. Tratamos de
solucionar el problema y limpiamos con un paño lo chorreado y generamos
una mancha gris. No podemos presionar mucho a la tela porque es
delicada y la podemos dañar. Decidimos entonces, esperar hasta el otro
día para cuando esté seca y tapar con pintura blanca.
¿Qué ha sucedido? En nuestro incipiente
intento creativo hemos incursionado en tres valores: el negro, el gris y
el blanco. Línea negra, mancha gris, pintura blanca enfrentada. Pintar
es todo lo contrario. Es poner en acción los pigmentos y evitar que
luchen. En el cuadro del pintor realista debe haber paz y armonía en los
materiales. Para lograr un degradé impecable y una mezcla prolija,
mezcla con una espátula chica hasta que la fusión sea total. Tienes que
asimilarlo: deben resolver problemas por cada segundo que trabajas.
Esto para muchos resulta fastidioso y
abandonan. Prefieren ser artistas contemporáneos y la oferta en el
mercado es inagotable y nunca pasa de moda: conceptualismo, happening,
land art, Instalación, video arte, performance, etc. A estos artistas no
les interesa la Ley de Gravedad, ni la química, ni la belleza, ni el
esfumato, ni la perspectiva. No les importa qué papel juega el talento
en sus osadas creaciones. Ellos quieren ser rebeldes porque heredaron de
comienzo del siglo XX esa leyenda que hacía a los pintores seres
extraños, estrafalarios y rebeldes. Aman a Marcel Duchamp y su
mingitorio convertido en obra de arte. ¡Todo es arte! ¡Todos pueden ser
artistas! ¡El arte ha muerto que viva el arte! Pero nacieron
estéticamente muertos. No impresionan y, lo peor, siguen aburriendo y
haciendo el ridículo.
Pero tienen el apoyo del periodismo y de
la crítica que no sabe lo que está pasando en el arte pero quieren
aparentar que sí saben y escriben artículos empalagosos. Todas son
“geniales”, calificativo manoseado cuando quieren describir algo (una
obra de arte) que aparentemente los ha impresionado. Cosa que en
realidad no ha sucedido porque sólo repiten lo que han escuchado.
Entonces ¿para qué volver a pintar?
Porque están destinados a rescatar el milenario espíritu de las cavernas. Ese que nació del miedo de una noche acosado por las fieras, de la grandeza, de la superstición y de la verdadera genialidad. Imita -a ver si eres capaz- a esos bisontes y caballos pintados en Lascaux o Altamira. Imita a esos o esas artistas que inventaron el arte. Porque era una forma de decir cosas, expresar ideas, exorcizar posesos, asustar fantasmas, perseguir sueño, hacer magia...
Para nosotros -simples herederos y copistas del siglo XXI- la única forma de trascender es rindiendo un homenaje a esos primeros artistas que inventaron el pan que alimenta el espíritu y ese instante tan inefable que se llama felicidad.
Si estudias arte y quieres ser pintor no te sientas mal si tus compañeros te dicen que eso ya no se hace. Copia sin pudor alguno (es la mejor forma de aprender), imita, saca fotos, calca... Te puedes sentir orgullo por haber elegido el camino más largo, porque artistas hay pocos y elegidos, menos aún.