jueves, 17 de julio de 2014

Huinganco: ¿Este es el camino?



En 2005 escribí esta nota para un diario regional. Fue sobre una experiencia vivida por un grupo de pintores en una pequeña aldea en la cordillera de los Andes, al norte de la Patagonia. Ha sido en la Argentina el primer intento de democratizar el arte: fue el pueblo el que eligió a los ganadores.


Por Rubén Reveco, licenciado en Artes Plásticas


Pintores in situ


“El pueblo votó y los ciudadanos se expresaron. No fue una elección a intendente, ni a gobernador. Huinganco eligió entre 33 propuestas estéticas presentadas por pintores neuquinos sobre las bellezas naturales de esa localidad del norte de la provincia. La convocatoria fue realizada por el municipio local y durante tres días, los artistas, caballete en mano, se internaron entre los bosques de la cordillera del Viento para pintar un lugar a elección.
“Hasta aquí no pasaba de ser una experiencia más de un concurso de pintura in situ, la novedad surgió cuando los organizadores convocaron al pueblo para que elija la pintura que según su criterio, resultase más representativa. Después de realizar un detallado recorrido por las obras, uno a uno fueron depositando su voto en una urna adecuada para la ocasión. Los cinco artistas que obtuvieron más votos fueron premiados con un fin de semana en la localidad.
“Esto que para muchos sólo podría ser una simpática iniciativa, ha marcado un hito trascendente en la historia del arte argentino. Por primera vez, se prescinde de un jurado de especialistas para la elección de una obra de arte y se recurre al pueblo para que se exprese y decida cuál de todas las propuestas es la más representativa.
“Esta democratización del arte evitó en esta ocasión que los entendidos de siempre elijan como ganadores a los conocidos de siempre. Tradicionalmente, en los salones o concursos de arte han sido los doctos en la materia (historiadores, críticos y artistas) los que definen cuál es la obra que reúne mejores condiciones para ser premiada. Esto no está mal si se garantiza la total independencia. Es imposible ser juez y parte y los organismos que de buena fe organizan eventos de estas características deberían preocuparse por la imparcialidad de quienes juzgan y evitar así odiosas suspicacias.
“La otra opción es la experiencia realizada en Huinganco. De esa forma, el arte volvería a la gente y dejaría de ser una manifestación sólo para entendidos. La pintura es una expresión maravillosa del espíritu humano, pero en el siglo XX se convirtió en una manifestación casi exclusiva del intelecto. Es tiempo de rescatarla de una minoría para que la mayoría la disfrute y se sienta parte de ella. Es decir: redistribuir el arte y la belleza”.

Ver nota diario Río Negro

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