En 2005 escribí esta nota para un diario regional. Fue sobre una experiencia vivida por un grupo de pintores en una pequeña aldea en la cordillera de los Andes, al norte de la Patagonia. Ha sido en la Argentina el primer intento de democratizar el arte: fue el pueblo el que eligió a los ganadores.
Por Rubén Reveco, licenciado en Artes Plásticas
Pintores in situ
“El pueblo votó
y los ciudadanos se expresaron. No fue una elección a intendente, ni a
gobernador. Huinganco eligió entre 33 propuestas estéticas presentadas
por pintores neuquinos sobre las bellezas naturales de esa localidad del
norte de la provincia. La convocatoria fue realizada por el municipio
local y durante tres días, los artistas, caballete en mano, se
internaron entre los bosques de la cordillera del Viento para pintar un
lugar a elección.
“Hasta aquí no pasaba de ser una experiencia más de un concurso de pintura in situ, la novedad surgió cuando los organizadores convocaron al pueblo para que elija la pintura que según su criterio, resultase más representativa. Después de realizar un detallado recorrido por las obras, uno a uno fueron depositando su voto en una urna adecuada para la ocasión. Los cinco artistas que obtuvieron más votos fueron premiados con un fin de semana en la localidad.
“Hasta aquí no pasaba de ser una experiencia más de un concurso de pintura in situ, la novedad surgió cuando los organizadores convocaron al pueblo para que elija la pintura que según su criterio, resultase más representativa. Después de realizar un detallado recorrido por las obras, uno a uno fueron depositando su voto en una urna adecuada para la ocasión. Los cinco artistas que obtuvieron más votos fueron premiados con un fin de semana en la localidad.
“Esto que para
muchos sólo podría ser una simpática iniciativa, ha marcado un hito
trascendente en la historia del arte argentino. Por primera vez, se
prescinde de un jurado de especialistas para la elección de una obra de
arte y se recurre al pueblo para que se exprese y decida cuál de todas
las propuestas es la más representativa.
“Esta
democratización del arte evitó en esta ocasión que los entendidos de
siempre elijan como ganadores a los conocidos de siempre.
Tradicionalmente, en los salones o concursos de arte han sido los doctos
en la materia (historiadores, críticos y artistas) los que definen cuál
es la obra que reúne mejores condiciones para ser premiada. Esto no
está mal si se garantiza la total independencia. Es imposible ser juez y
parte y los organismos que de buena fe organizan eventos de estas
características deberían preocuparse por la imparcialidad de quienes
juzgan y evitar así odiosas suspicacias.
“La otra opción
es la experiencia realizada en Huinganco. De esa forma, el arte
volvería a la gente y dejaría de ser una manifestación sólo para
entendidos. La pintura es una expresión maravillosa del espíritu humano,
pero en el siglo XX se convirtió en una manifestación casi exclusiva
del intelecto. Es tiempo de rescatarla de una minoría para que la
mayoría la disfrute y se sienta parte de ella. Es decir: redistribuir el
arte y la belleza”.
Ver nota diario Río Negro
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