sábado, 8 de junio de 2019

Salvator Mundi salvó a un par de vivos


El mercader Robert Simon posee una mirada excepcional para los maestros antiguos. En 2005, junto con su colega Alexander Parish, compró por 10.000 dólares (8.900 euros) una maltrecha tabla de nogal en una casa de subastas de Nueva Orleans (EE UU). Un Cristo Salvador; un Salvator Mundi.

Tras seis años de trabajo y restauraciones, atribuyeron la obra (pese a las dudas que aún mantienen algunos académicos) a Leonardo da Vinci. El príncipe saudí Badr Ben Abdallah pagó 450 millones por la pintura en 2017. Se convirtió en la obra más cara de la historia y la cifra estalló en un mercado acostumbrado al silencio y a lo pequeño. El año pasado las ventas de estos maestros, según un trabajo de UBS y Art Basel, fueron de 905 millones de dólares. Solo representa el 6% del mercado. Un lugar reducido pero que está cambiando. “Quizá no se puede hablar de un boom, pero sí existe un rejuvenecimiento”, admite Robert Simon. Llegan coleccionistas jóvenes procedentes del arte contemporáneo. Clientes que además de pinturas quieren esculturas y dibujos. Buscan, por ejemplo, pintores caravaggistas, arte colonial español, imágenes relacionadas con el Antiguo Testamento. “No es un coleccionismo para todo el mundo. Requiere formarse. Pero quien se involucra se siente generosamente recompensado”, defiende el marchante. En silencio, lo atestigua una antigua tabla pintada allá por 1500.

FUENTE: Diario El País

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