domingo, 28 de diciembre de 2014

Sobre Marck Rothko, el misticismo y los fraudes




Dueño de una voz personalísima y una lucidez poco frecuente, el escritor Antonio Muñoz Molina, su reveladora y aguda visión sobre la problemática artística del presente:



Muñoz Molina, Rothko y los fraudes colosales


“Habrá (entre los científicos) un cierto número de fatuos, como en todas partes, pero la obligación y la costumbre de permanecer atentos a la experiencia de lo real, de someter cada intuición, cada hipótesis, al escrutinio de sus colegas, les impide perderse en las fantasmagorías narcisistas o el puro humo verbal que lo aburre a uno a los veinte minutos de encontrarse en una reunión de eso que ahora se engloba bajo el nombre de artistas. 

Mark Rothko


En las artes, en la literatura, fraudes colosales pueden sostenerse durante muchos años, hasta durante siglos, porque la prueba del contraste con lo real es incierta y cada vez menos relevante, y porque la autoridad de los mandarines se va volviendo más irrefutable cuanto menos espacio hay para el juicio del público. El mérito, en las artes plásticas, en la arquitectura, lo determinan por completo unos cuantos críticos o enterados cuyos dictámenes, aunque se tradujeran al lenguaje común, nadie tiene derecho a refutar, y a los que además se les concede el título, tan descriptivo, de comisarios: es el comisario el que determina qué se expone, el que canoniza o silencia, segregando sus nubes de palabras de las cuales no tiene que dar ninguna explicación. 
Esa es la razón del cinismo, como en cualquier cultura en la que tiene demasiado poderío el tráfico de influencias: un guiño que se hacen entre sí los que están en el secreto, un encogimiento de hombros de los que aceptan que no haya remedio”.
No es posible aludir con más claridad al puro humo verbal de los críticos que nadie tiene derecho a refutar, la autoridad de los mandarines que estrangula el juicio del público, los fraudes colosales que se sostienen durante años y el encogimiento de hombros –tan generalizado- de los que aceptan que no haya remedio. 
El único desencanto que recibí de Muñoz Molina en materia artística es su reiterado voto de admiración a la pintura de Mark Rothko, esos planos de color totalmente carentes de significado, que los irrefutables comisarios y mandarines insisten en etiquetar como “místicos”, concretando uno de esos fraudes colosales que pueden durar años y hasta siglos. 
Equivalente a la “energía” de Pollock o la “ampliación del arte” de Beuys, el “misticismo” de Rothko es el lugar común cuya repetición acredita la pertenencia a una elite compuesta por los enterados de siempre, a los que nada aterra tanto como ser sospechados de insuficiencia cultural. 
Pero no todo está perdido: si veo por ahí a Muñoz Molina, me propongo invitarlo a examinar uno de esos rectángulos de Nada que pintó Rothko, para buscar allí un misticismo más relevante que el de una pared o una puerta pintadas con colores planos. 
Espero que podamos llegar a un acuerdo... aunque si uno quiere puede encontrar misticismo en un Rothko, en un lavarropas o en el café con leche de la mañana.


Reproducimos algunos comentarios publicados en el blog "Arte y Textos", de nuestro amigo Daniel Pérez

Comentarios

1
Uno puede encontrar misticismo tanto en un pedazo de pared, como en un cuadro de Rothko. Eso no es necesariamente malo.

2
Comparto totalmente tu opinión. Antes de poder decidir realmente si un pintor me gusta o no, tengo la sana costumbre de ir a ver sus cuadros "de verdad", porque sé por experiencia que en foto los buenos cuadros pierden y los malos parecen mejores. No obstante, la exactitud y gracia del dibujo y hasta el brío de las pinceladas y trazos pueden adivinarse bastante bien en las láminas.
Por eso, cuando el pintor es abstracto me parece imprescindible confrontarme con la obra en la realidad. Y si algunos abstractos como los primeros Kandinskis y los cuadrados de Mondrian me han transmitido paz y hasta me han parecido bellos, contradiciendo el juicio previo, Rothko ha sido una de mis mayores decepciones. En láminas aún veía decorativos sus manchurrones, pero vistas las enormes sábanas en la realidad me han parecido de una pobreza que asusta, y tras haber visto varias de sus supuestas "obras maestras" he terminado por decidirme a pensar que es uno de los mayores timos de la reciente historia del arte, junto con Tàpies y otras lindezas.


3
Pues esto del misticismo está muy bien para San Agustín o quizás para Buda, pero el arte tiene que transmitir belleza y emociones hacia el alma, pero no el alma mística sino el alma de los sentidos y de la emoción. Esta belleza y estas emociones las tiene que hacer llegar al espectador sin análisis ni literatura, simplemente por la buena disposición de los colores y de las formas. Lo demás son charlatanerías y francamente una superficie lisa me transmite aburrimiento.
Pero cada uno es libre de aburrirse como le plazca.


4
Sinceramente es bastante discutible todo lo que han escrito, y claro es que por demás está decir que el post también. Entiendo que constantemente los criterios de autoridad sustentan sus discursos en elementos que nada tienen que ver con el arte, y que, muchas veces la ignorancia se revela, ahí si de acuerdo, en la atribución arbitraria de sentido, el llamado "misticismo" de Rothko en este caso. Aun así, creo que la importancia de artistas como Pollock, o el mismo Rothko, radica en el sentimiento de ruptura total con todo pasado. Esta búsqueda de una atemporalidad, el llamado grado cero de la pintura, para un recomienzo de las artes fue una circunstancia que (a pesar de sólo ser posible en estados unidos pues Europa nunca se hubiera permitido olvidar el rezago de las inmediatas guerras mundiales) se caracterizó por su transgresión en la medida de replantear una nueva manera de concebir el arte y que, claro está (lo lograsen o no), tenía una intención social. Eso es la capilla de Rothko: nada, atemporalidad, si fuese referencial, si hubiese símbolos perdería el sentido bajo la que fue concebida. Lo mismo sucede con Pollock, y la clara muestra de que el sentimiento de sus obras permea en nosotros está en la retórica del artista aislado, de la que muchos de nuestros artistas contemporáneas (quizá los más) son partidarios. Este "ente" aislado, inmaculado, quizá ingenuo pero que no se deja contaminar por el exterior es un ejemplo, mal que bien, de la trascendencia real que han tenido estos artistas. Es por ello que no me parece correcto abordar una pintura aislada, subjetiva en el caso de artistas que plantean proyectos de obra, sin tener en cuenta el contexto bajo el que se desarrollan. Y aquí repito, nada tiene que ver con los arbitrarios criterios de autoridad, pues ellos han estado siempre; desde las maneras de suponer sobre el pasado precolombino, hasta los dictamenes para la entrega de premios a artistas en pleno 2011. Por lo pronto, te recomiendo un libro de Valeriano Bozal que aborda muy bien este tema, se llama Tiempo de Estupor y es editado por Siruela. Quizá pueda ayudarte a tener un análisis más amplio sobre el tema. Saludos...

Daniel Pérez

No cabe ninguna duda, Daniel Malpica (4), de que todo es discutible, porque el arte, lejos de ser una ciencia exacta, es un territorio simbólico donde cada uno se ubica donde quiere y cree lo que quiere creer. Muchos creen, por ejemplo, que la ruptura total con el pasado es una posición meritoria y valiente, y yo la veo como un alarde adolescente y una suerte de suicidio cultural. Por otra parte, en los defensores de ese tipo de posturas, llámense Danto, Romero Brest, Bozal o la legión de supuestos teóricos y curadores que recitan el dogma del arte contemporáneo no he encontrado ningún argumento sustentable: sólo afirmaciones sin ningún sostén racional. 

4
Como diría Mafalda ¡La pucha! La primera vez que vi un cuadro de Rothko, no sabía quien era el tipo, no tenía idea que era un artista reconocido. De hecho ni siquiera estaba en una exposición! solo me encontré con un miserable póster en la pared de un amigo (ambos éramos estudiantes y ninguno de arte), pero el cuadro me produjo algo, los azules me pusieron tonto y gocé, gocé como no lo pude hacer antes ni después con ningún pintor renacentista o siquiera surrealista. Esa sensación que quedó en mi me llevo a averiguar más sobre el tipo y luego a descubrir a otros y otros hasta convertirme en un amante del tan mal llamado "arte plástico". Que ahora alguien cargado de ideas preconcebidas y lleno hasta las orejas de la cháchara de las mil escuelas pictóricas que pueblan al mundo contemporáneo me venga a decir que Rothko es un fraude solo por que a él no le produce nada, me parece, además de una triste expresión de soberbia, un ejemplo perfecto de alguien que quiere convertirse en una de esas autoridades fraude que tanto critica.

Daniel Pérez

Sanz (5), en estos casos siempre digo que si todos pensáramos y sintiéramos las mismas cosas, el mundo sería un lugar mortalmente aburrido. Celebro los espasmos de goce celestial que te produce la pintura de Rothko, pero deploro la extrema intolerancia de tu reacción, con esas frases: "triste expresión de soberbia" y "lleno hasta las orejas de la cháchara de las mil escuelas pictóricas" que llevan al plano personal lo que sólo eran algunas consideraciones sobre la pintura y sobre el gusto artístico. Como habrás notado, manifesté mi discrepancia con Muñoz Molina, que comparte tus puntos de vista, pero no por eso se me ocurrió descalificarlo ni conjeturar intenciones ocultas, como "que quiere convertirse" en una "autoridad fraude" por expresar sus opiniones.

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