viernes, 26 de enero de 2018

El artista cesante (1)



Cuando el arte era un oficio imprescindible, el artista, el orfebre y el artesano siempre trabajaron en la construcción, diseño interior o decoración de su propio hábitat: Nunca les faltó trabajo.

Por Rubén Reveco - Licenciado en Artes Plásticas

Si hay un ejemplo que explica de un modo claro la pérdida de fuentes laborales en el mundo del arte, es la tumba en el campo santo. La última morada para la clase adinerada debía ser un lugar digno del prestigio alcanzado en vida.
Hasta mediados del siglo XX, la escultura y la arquitectura fueron fundamentales en la construcción de panteones y tumbas. La tradición de crear mausoleos con hermosos conjuntos escultóricos y decorados al mejor estilo clásico había generado toda una ingeniería en torno a la cultura relacionada con la muerte: Arquitectos, escultores, decoradores, yeseros y obreros, en general, vivían bastante bien gracias al negocio relacionado con el arte sepulcral.
Esto comenzó a cambiar durante la Segunda Guerra Mundial cuando los soldados muertos eran enterrados en parques identificados sólo con una pequeña lápida o cruz. Desde entonces, el concepto de cementerio tradicional se fue modificando, imponiéndose la idea funcional: todos son iguales ante la muerte (pero en un cementerio privado).
Fue así como los artistas y artesanos perdieron miles de puestos de trabajo y nada indica que los vayan a recuperar.


Los cementerios

La forma y el lugar de enterramiento ha variado a lo largo de la historia como un elemento más, inherente a cada cultura, tradición o época histórica. Los cementerios reflejan de un modo u otro su mundo, su sociedad, de ahí su importancia e interés para el historiador.



ANTES

Obra del trabajo de habilidosos diseñadores, arquitectos, escultores y jardineros, los cementerios pueden resultar descorazonadoramente hermosos.
Hasta el siglo XIX, era normal enterrar a la gente que moría en las ciudades en el patio de las iglesias. Cuando el crecimiento de las ciudades industriales europeas se disparó, demasiados cuerpos comenzaron a ser apiñados en unos patios que ya estaban repletos. Esto contaminó fuentes de agua y dio pie a epidemias de cólera que arrasaron las ciudades.

AHORA 

ANTES

A los cementerios católicos se les llama también camposantos, dado que en Pisa, cuando ateniéndose a medidas de higiene la autoridad ordenó cerrar el cementerio, que había sido construido en el siglo XIII dentro de la ciudad, el terreno fue cubierto con una gran capa de tierra, que las galeras pisanas habían traído de los lugares santos de Jerusalén.
La palabra panteón se utiliza como sinónimo de cementerio en algunas regiones de América, como México y Andalucía en España.

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ANTES

Estos lugares sagrados, que han llegado hasta nosotros, no sirven tan solo para el estudio de la muerte sino también para el de la vida, ya que suponen la expresión de un momento histórico, como ejemplo las pirámides de Egipto, las catacumbas, los sarcófagos, las capillas funerarias o los cementerios contemporáneos, huellas del paso hacia la muerte pero, eso sí, producto de muy diferentes creencias o intenciones.

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ANTES

En la cultura clásica (griega y romana) la vida y la muerte tenían espacios claramente diferenciados. Las necrópolis se situaban fuera de las ciudades pero no lejos, en lugares de paso, a lo largo de las carreteras evitando el olvido de los antepasados y propiciando, a la vez, la seguridad de estos espacios sagrados. Ésta cierta lejanía evitaba el riesgo de contagio de enfermedades que podían emanar de estos lugares infectos.
Este panorama se vio alterado con el cambio de mentalidad y de creencias. Con la llegada del cristianismo surgía la necesidad de inhumación cerca de lugares sagrados o personajes santos. Así surgen las catacumbas, cavidades subterráneas en las cuales los cristianos perseguidos se hacían enterrar lejos de las necrópolis paganas.

AHORA

Ver también:



Las pirámides de Egipto, en Giza,  son las tumbas más famosas del mundo. Su construcción llevó 20 años (según Heródoto).


Los cementerios más modernos del mundo.



Próxima entrega:
La ventana

ANTES

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