sábado, 5 de agosto de 2017

La muchacha de la falda al viento



Recuerdos de infancia

La muchacha linda del barrio se acercó al grupo de niños que jugábamos a las bolitas. Su falda a la rodilla flameaba suave al ritmo de la brisa primaveral.

Cuando pasó altiva a nuestro lado -ignorándonos- dejamos de jugar para mirarla. El más atrevido  de nosotros le silbó a modo de piropo y bastó con ese pequeño soplo de aliento para que se generara una corriente -de a poco, como cuando nace una avalancha de nieve- que la sorprendió desde atrás. El viento levantó su falda más arriba del límite que fijaba el pudor y dejó al descubierto –para sorpresa nuestra- un universo maravilloso y aún inexplorado.
El grito de sorpresa de la muchacha se confundió con nuestras risas. Fue sólo un instante pero quedó grabado fuerte en nuestra memoria. Cada vez que la veíamos venir los corazones comenzaban a latir con más fuerza. Nuestro amigo perfeccionó su técnica y nosotros le ayudábamos. Pero alertada se tomaba los costados de su falda y nunca, entonces, se volvió a repetir ese día dorado de primavera. Aprendimos una cosa: que los milagros ocurrían sólo una vez.

Texto de Rubén Reveco





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