domingo, 17 de abril de 2016

Si bien lo detesto ¿qué le rescato a Jeff Koons?

Jeff Koons, en el MALBA, de Buenos Aires, inaugurando su bailarina (Foto diario La Nación).

¿Qué me puede gustar de Jeff Koons? Su coherencia.

Por Rubén Reveco, licenciado en Artes Plásticas

Lo más revolucionario de este artista nacido en Estados Unidos es su aspecto de ejecutivo: Traje impecable, corbata que combina, bien afeitado (no como esos artistas desgreñados, sucios y malolientes) bien peinado y, seguramente, elegantemente perfumado. Muy alejado del prototipo del artista convencional y muy cercano a lo que representa: el dinero.
Eso destaco en este niño bonito que no se ensucia las manos para realizar su obra ya que tiene una legión de obreros y asistentes que trabajan para el. Reconoce no saber dibujar ni esculpir. “Soy sólo una persona de ideas, no me involucro en la producción física de mis objetos, no tengo las habilidades necesarias, así que contrato a los mejores para que lo hagan”, expresa. Típico "artista contemporáneo".





"¡Que bonito los perritos!"

Recuerdo que de chico me fascinaba la habilidad de ciertos vendedores de globos. En una fracción de minuto, inflaban un largo tubo y con rápidos movimientos lo convertían en un animal; de la nada aparecían diferentes formas (perros, por ejemplo) para la delicia de mis inocentes ojos de niño.
Nunca llegué a sospechar que estas formas se convertirían en el futuro en cotizadas obras de arte y se venderían por millones en las subastas de arte contemporáneo.
¡Ay de mí, siempre llegando tarde!



"Ballon Dog" (Orange), de Jeff Koons. Fue el primer artista en utilizar los servicios de una agencia de publicidad para promover su imagen y contratar un grupo de obreros para que le hagan sus obras.


"Soy sólo una persona de ideas"


Jeff Koons se llama el nuevo payaso malabarista. Como lo expresa la crítica Avelina Lésper: "Es decir que por lo menos los payasos de las fiestas sí hacen sus perros inflables. Koons no hace, sólo “piensa”, y su aparato de marketing vende. Hasta aquí ninguna novedad dentro del sistema de creación del arte contemporáneo, si no fuera porque Koons reclama los derechos de autor de todos los perros de globos que se hagan en el mercado". 
En este arte que robar o “apropiarse” es una de las premisas estéticas, que la denostación de la autoría es uno de sus pilares retóricos, que un artista pida derechos de autor por una idea que no creó y que copió es la cima del cinismo. Pero los cínicos llegan lejos porque los cobardes no pierden la oportunidad de callarse la boca. Lo increíble es que Koons no aprende, olvidar es parte de la arrogancia. 

Juicios van juicios vienen

En 1992 el fotógrafo Art Rogers lo demandó por robarse una foto que imprimió en una postal y que Koons usó de modelo para la escultura String of Puppies, de la que hizo tres copias y vendió en 350 mil dólares cada una. El jurado dio la razón al fotógrafo y Koons tuvo que pagar. Su alegato de defensa fue un texto curatorial: afirmó que la apropiación es parte de su estética y que usó la postal para ridiculizarla.



Sus perros pueden ser vendidos en 40 millones de dólares.

Lo bello y lo bonito

Los perros de Jeff Koons buscan ser decoración, apegarse a los más digerido, comercializado y vendible de la estética fácil de la tienda de regalos, del objeto desechable de consumo masivo. Este objeto, de existencia efímera, está en el rubro de lo bonito y lo amplifican en dimensiones, precio y publicidad para llamarlo arte. Esta perversión de lo que significa la belleza ha creado un gran desprestigio para la palabra bello. 

Las obras contemporáneas se van a los extremos, o son abyectamente zafias y llevan a la galería desde las imágenes obscenas de la prensa amarillista, excrementos, basura y animales muertos o se lanzan a la banalidad absoluta y recrean el kitsch más inmediato, pero pasan de largo por la belleza. A esa, ni se acercan. Y estas piezas de gran tamaño, de presencia monumental ocupan en los museos, las ferias y galerías el lugar que tendría que ocupar una obra bella.

Lapidario


"Jeff Koons es el Rose Mary baby de Andy Warhol" Así definió Robert Hughes la obra y la personalidad artística de Koons, como un engendro del gran apologista del consumo y la cultura de masas.

Estas sentencias lapidarias nunca se las perdonaron a Hughes, murió con el odio del departamento de arte de New York Times y con el de miles de artistas a los que desmitificó.

Jeff Koons y Cicciolina. Casado en 1991 con la actriz porno italiana Ilona Staller (Cicciolina), ambos tuvieron un hijo. La pareja se disolvió y la madre huyó a Europa donde aún vive con el hijo de ambos a pesar de que las cortes estadounidenses hayan fallado la custodia del infante a favor de Koons.



Ver también

Es muy feo el perro del Museo de Guggenheim, de Bilbao


El niño bonito rodeado de niñas bonitas que lo admiran.
El Rey Midas tenía el poder de convertir en oro todo cuanto tocara. Viendo que no podía comer los alimentos que a su contacto quedaban transformados en dicho metal, pidió al dios que le liberara de su don, para lo cual tuvo que bañarse en el río Pactolo, que desde entonces contuvo arenas auríferas.

Título del Diario Clarín.




1 comentario:

  1. Y eso es todo lo que tiene que decir sobre Koons? hasta ahí llega su opinión? no nos está diciendo nada distinto a lo que todos ya sabemos.

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