"Impresión, sol naciente", pintado en 1874, fue recién valorizado a
mediados del siglo XX. Hoy lidera una muestra impresionista en París.
El cuadro de Claude Monet que en 1874 dio su nombre a la escuela
impresionista, Impression, soleil levant, revela ahora todos los
secretos de su creación, del desprecio inicial que conoció y de la
singular trayectoria por la que tardó más de medio siglo en convertirse
en un hito de la historia del arte.
La cuestión ocupa a partir de este jueves la nueva exposición estelar
del Museo Marmottan Monet de París, que reúne 80 obras maestras y
numerosos documentos relacionados con esa obra clave de Monet, cuyo
título utilizó un crítico satírico de la época para definir con
desprecio a esos “impresionistas”.
En total, hasta enero del 2015, pueden contemplarse 25 telas de Monet
(1840-1926) y 55 de artistas que inspiraron en particular sus marinas y
paisajes como Delacroix, Courbet, Boudin, Jongking y Turner; así como
coetáneos suyos como Morisot, Renoir, Pissarro o Sisley.
Las piezas proceden del propio museo y de otras grandes pinacotecas y
colecciones privadas del mundo, como la National Gallery de Londres, el
Museo de Filadelfia (EE.UU.) o la colección Carmen Thyssen-Bornemisza
en depósito en el Museo Thyssen, de donde provienen tres óleos.
Regentado por el Instituto de Francia y heredero vía la Academia de
Bellas Artes de valiosas colecciones impresionistas, el museo parisino
es el primer fondo mundial de la obra de Monet, y con esta exhibición
continua las celebraciones del 80 aniversario de su existencia.
Conmemora, asimismo, el 140 aniversario de la primera exposición al
público de L’Impression, como le bautizó su autor en 1874, cuando lo
incluyó en la primera muestra de los futuros impresionistas, reunidos
entonces en la recién fundada “Société anonyme des artistes peintres,
sculpteurs et graveurs”.
El título del cuadro, que ya en el catálogo de 1874 figuraba como
Impression, soleil levant (Impresión, sol naciente), y se transformó
años después en Impression, soleil couchant (puesta de sol), es uno de
los elementos dilucidados, junto con su iconografía y la búsqueda del
lugar y la fecha exactos de su creación.
Gracias a las investigaciones iconográficas, meteorológicas,
topográficas, hidrográficas y astronómicas realizadas con la ayuda entre
otros científicos del astrofísico de la Universidad de Texas Donald
Olson, del lugar donde fue pintado no queda duda.
Fue en el antepuerto normando de Le Havre, que Monet veía desde la habitación de su hotel en esa ciudad del noroeste francés.
Del momento del día en que pudo ser pintado prácticamente tampoco:
fue durante la marea alta, poco después de la salida del sol, a las
07.35 horas, según la hipótesis más probable.
Con escaso margen de error y un zócalo científico apabullante, los
expertos concluyeron igualmente que fue pintado casi con toda seguridad
el 13 de noviembre de 1872, el mismo año con el que Monet acompañó su
firma, pero que un especialista, décadas después, retrasó en un año, al
no poder comprobar su estancia en Le Havre en el 72 pero sí en Normandía
al año siguiente.
El cuadro, en su día unánimemente criticado, cayó pronto en el
olvido, tras ser comprado por 800 francos por el audaz coleccionista
Ernest Hoschedé, y en 1878 por 250 francos por el doctor homeópata
rumano Georges de Bellio, coleccionista, amigo de Monet y de muchos
impresionistas.
En cambio, el calificativo peyorativo atribuido gracias a él prendió
de inmediato entre el público, la crítica y los propios
“impresionistas”, según recordaron en una entrevista los comisarios de
la exhibición, Marianne Mathieu y Dominique Lobstein.
El cuadro fue donado al Marmottan en 1940, en vísperas de la II
Guerra Mundial, por la hija del doctor de Bellio, junto con otras obras,
entre ellas las tres telas más famosas entonces de Monet.
Sin haber llegado a ocupar un puesto principal durante las primeras
décadas del siglo pasado, salvo en contadas excepciones, Impression,
soleil levant pasó a convertirse repentinamente a mediados del siglo XX
en uno de los cuadros más célebres del mundo y en el más emblemático del
Museo Marmottan.
Los comisarios subrayaron que este cambio vertiginoso no habría sido
posible sin el cuidado con el que fue conservado durante décadas, pero
hubo que esperar la consolidación absoluta del impresionismo como un
movimiento principal de la historia del arte, y los estudios muy
precisos que grandes historiadores del arte le dedicaron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario