El oso amenaza desde las sombras a esta mujer prehistórica que está dispuesta a luchas por sus hijos. Pintura de Leon Maxime Faivre, 1888.
Quizá la primera y más popular pintura sobre la temática prehistórica realizada por Emmanuel Benner (1836-1896)
El hombre como especie se ha enfrentado a lo largo de su existencia con diferentes fieras que le han disputado los espacios territoriales, su hábitat y las fuentes de alimentos. A los felinos y caninos tuvo que agregar al oso: gigante, feróz, gruñon y peligroso.
El
arte ha interpretado esta relación de diferentes maneras, como
diferente ha sido la relación que el hombre ha tenido con esta bestia:
contradictoria.
Relaciones entre humanos y osos
La
historia de los seres humanos y los osos, sin duda, no siempre ha sido
amistosa. Si bien existen algunos tipos muy tímidos de osos, algunas
especies son muy agresivas. Esos son los que, a menudo, están
involucrados en los ataques a humanos. A muchas personas en la sociedad
no les agradan los osos, pues tienen esta imagen de ellos, como animales
malignos a los que debemos temer.
Entre los tipos más agresivos de
osos están los osos polares, osos labiados, el oso pardo y el oso Negro.
No se puede negar que los osos son animales fuertes y poderosos, son
rápidos y tienen garras afiladas. Sin embargo, la mayoría de ellos sólo
están haciendo lo que pueden para sobrevivir. Si son sorprendidos en la
naturaleza o con sus cachorros, entonces serán más propensos a los
ataques.
No hay absolutamente nada de cierto en los rumores de que
los osos atacan a los humanos para alimentarse, los osos que se sabe
que, en realidad consumen a los seres humanos que atacan, son los osos
polares. Muchas personas logran sobrevivir a un ataque de otros osos,
una vez que el oso siente que ya no está amenazado se irá.
Los seres humanos siguen invadiendo las tierras que fueron una vez de estos osos, el deseo de vivir cerca de la naturaleza debe significar que asumen los riesgos de toparse con osos y otros animales.
Los seres humanos siguen invadiendo las tierras que fueron una vez de estos osos, el deseo de vivir cerca de la naturaleza debe significar que asumen los riesgos de toparse con osos y otros animales.
Desafortunadamente la
mayoría de los seres humanos prefieren ver a los osos destruidos, los
ganaderos tienen una lucha constante con los osos pues las vacas y otros
animales que crían pueden convertirse fácilmente en una comida de un
oso. Cuando otras fuentes de alimentos son escasas esto agudizará aún
más el problema.
Muchos cazadores de todo el mundo disfrutan el reto
de matar un oso. Son seducidos aún más, por los etiquetados como
peligrosos, añadiéndole más emoción a su aventura. Incluso en áreas
donde los osos están protegidos, la caza ilegal sigue siendo un gran
problema. Hacer dinero con la piel de los osos es otra razón por la que
se los mata.
La gente del Ártico, viven en la misma ubicación que los osos polares, los inuit, yupik, Chukchi, Nenets, Pomors rusos y otros, utilizan casi todas las partes de los animales capturados para su supervivencia. Este gran oso, sin duda, les ofrece comida suficiente para una familia durante un tiempo largo, la grasa sirve de combustible y la piel como prenda de vestir.
La gente del Ártico, viven en la misma ubicación que los osos polares, los inuit, yupik, Chukchi, Nenets, Pomors rusos y otros, utilizan casi todas las partes de los animales capturados para su supervivencia. Este gran oso, sin duda, les ofrece comida suficiente para una familia durante un tiempo largo, la grasa sirve de combustible y la piel como prenda de vestir.
A veces, los osos se matan para su
uso cultural, por ejemplo, los chinos usan partes del cuerpo para varios
tipos de medicamentos. No todo el mundo que busca a los osos, sin
embargo, es para matarlos, en su lugar, a menudo, matan a la madre para
llevarse a su descendencia. Los jóvenes pueden ser vendidos ilegalmente
como mascotas, o incluso a formar parte de actos de circo.
Hay
también muchos seres humanos maravillosos, con deseo sincero de ayudar a
los osos vivir una vida plena. Son conscientes de que algunas de las
especies están en peligro de extinción, siguen educando a la gente
acerca de los osos, y ayudando a aprobar leyes para preservar la tierra
donde viven. Este tipo de esfuerzos puede ser lento y hace que sea
difícil obtener el nivel de protección que los osos necesitan.
Thorgal
El Oso Yogi
El
Oso Yogi, en español se pronuncia Oso Yogui, es un personaje ficticio
de dibujos animados. Es un oso antropomorfo y parlante, creado por los
estudios de animación de Hanna-Barbera y los episodios de sus aventuras
comenzaron a emitirse en 1958 por las cadenas de televisión
estadounidenses sindicadas. Sus aventuras se emitíeron dentro del
programa infantil El Show de Huckleberry Hound conjuntamente con los
episodíos de Huckleberry Hound y Pixie, Dixie y el gato Jinks. Sin
embargo la popularidad de Yogi, fue tal, que abandonó El Show de
Huckleberry Hound y pasó a protagonizar el suyo propio.
Su
proyección fue internacional, emitiendose en casi todo el planeta y
llegando más allá que el resto de sus compañeros. Su popularidad siguió
creciendo apareciendo en películas, especiales televisivos, álbumes de
historietas y creándose nuevas series en las que como protagonista
agrupaba en torno a él al resto de personajes de Hanna-Barbera. En
España, llenó muchas horas de televisión, integrándose en el programa Un
globo, dos globos, tres globos (1974), tras la emisión del primer
Barrio Sésamo (1976), La Mansión de los Plaff (1978) y resistiéndose a
desaparecer tras la segunda temporada de Barrio Sésamo (1979-1980).
Desde 2001 los derechos de marca de dicho personaje pasaron a ser
propiedad de Cartoon Network Studios.
Personajes
Yogi:
es un oso pardo, de pelaje castaño, tocada su cabeza con un sombrero
Stetson de color verde. Viste un cuello de camisa de color blanco y una
elegante corbata del mismo color que su sombrero ceñida con menudo nudo.
Cuando anda suenan tambores. Suele hablar en pareado, y le gusta
exclamar"!Ey, Ey, Ey, Ey, Ey¡", disfruta de un excelente humor y una
confianza en sí mismo a prueba de bombas. Cuando decide algo, no hay
nada que hacer, es un caso perdido de antemano. Otra cosa que le define
es su pasión por las personas y su comida. Adora a los turistas y sus
manjares. Y si en Jellystone hay turistas y no ha podido robarle la
cesta a alguno, ha perdido el día. Tanta es su pasión, que cuando la
comida escasea, le llega la nostalgía, entonces le vienen los deseos de
escapar de Jellystone y viajar a la ciudad de los hombres, andar entre
ellos y comer sus viandas. Por fortuna para Yogi, tiene un compañero
fiel que siempre está a su lado, y cuando Yogi se ciega, le ayuda en
todo para que no salga lastimado. Este es BuBu.
BuBu: Boo-Boo
en inglés, es un oso que vive con Yogi en Jellystone. Es de color pardo
claro, luce pajarita azul oscuro, y luce un flequillo despeinado.Bubú es
tranquilo y prudente y siempre sigue de cerca a Yogi, preocupado por lo
que va a hacer advirtiéndole de que puede metérsele en algún lio o
problema. La relación de Yogi con Bubú puede ser comparada con la
relación de Don Quijote y Sancho Panza, al ser dos buenos amigos,
aventurescos y curiosos, además de que comparten la característica de un
líder y un seguidor. Es común escuchar la frase "¡Hey BuBu!", dicha por
Yogi cuando quiere hablarle a su amigo.
El Guardabosques John Francis Smith:
es el Guardabosques del Parque de Jellystone también es un oso pardo, y
se ha convertido en la némesis de Yogi. Es un hombre flaco y enérgico
vestido con el uniforme verde oliva y con un sombrero de ala ancha
típico de los Guardabosques de EE.UU. Se sulfura con facilidad, y que en
ocasiones queda agotado de tantas contrariedades como le trae Yogi. Y
no es que a él le guste incordiar, tan sólo espera que en el Parque
reine la paz y el orden, que los turistas disfruten y los animales
permanezcan en su lugar.
Cindy: Considerada la novia de Yogi.
Esta es una osezna de color gris. Es coqueta y de maneras refinadas.
Suele llevar una sombrilla con la que jueguetea timorata. Luce flequillo
plano sobre la frente y una margarita adorna su pelo. Sus ojos coquetos
con resaltan largas pestañas. Pañuelo amarillo anudado al cuello y tan
solo viste una falda corta de volantes azul.
La
novia de Yogi, Cindy, apareció pocas veces en la primera serie de Yogi.
Pero poco a poco fue convirtiéndose en un personaje más habitual. Al
principio desaprobando las acciones cometidas por el oso. Aunque en
diversas de las ocasiones se puede ver a estos dos personajes en actitud
cariñosa, al final de la serie fue considerada una osezna parda.
El oso de peluche sigue siendo el primer juguete más preferido de los humanos. Quizá por la ternura que despiertan estos animales cuando son bebés.
Potrillo huérfano es adoptado por un oso de peluche
Lo encontraron vagando por una colina. Su madre lo había abandonado horas después de haberlo parido.
Un pequeño potrillo que fue abandonado por su madre encontró consuelo en un oso de peluche que adoptó como propio.
Cuando
fue rescatado por un grupo de expertos en caballos ya se había
desplomado, estaba en shock y deshidratado. Ellos se encargaron de
curarlo y pronto se dieron cuenta que estaba deprimido porque le faltaba
su madre a la hora de dormir, ya que no tenía dónde acurrucarse, una
práctica muy común en los potrillos.
Por ese motivo le dieron un oso
de peluche, que el animal adoptó como propio y pasó a sentirse, según
explican los expertos, mucho mejor.
Syra Bowden, uno de los
encargados en curar a Briza, nombre que le pusieron, explicó que este
tipo de animales son como bebés humanos y necesitan de ese confort que
le terminó brindando el oso de peluche.
La película
Grizzly
Man de Werner Herzog cuenta la vida de Timothy Treadwell, un ecologista
y documentalista que durante 13 veranos convivió y filmó a los osos
pardos de Alaska, conocidos en inglés como Osos Grizzly y cuyo nombre
biológico es Ursus arctos horribilis: horribles osos del norte.
FUENTE: El Blog del cine
Treadwell convivió y los filmó a los Grizzly durante más de una década. Hasta que uno de ellos lo devoró. A él y a su novia Amy.
Contada de este modo parecería una historia heroica. Pero no es así. (Sigan leyendo si ya han visto el documental, pues a continuación es posible que haya detalles importantes sobre la trama).
Contada de este modo parecería una historia heroica. Pero no es así. (Sigan leyendo si ya han visto el documental, pues a continuación es posible que haya detalles importantes sobre la trama).
El documental, elq ue
sin lugar a dudas es el mejor del año pasado, retrata a Treadwell como
un hombre profundamente perturbado, completamente desconectado de la
realidad, que prefiere vivir con los osos para no enfrentar sus demonios
internos, sus complejos y contradicciones. Como el demonio de una
posible homosexualidad no admitida, como él mismo sugiere en el filme.
Yo
siempre hubiera querido ser gay. Hubiera sido mucho más fácil. Los gays
no tienen problemas. Les basta ir a baños y paradas de camiones para
tener sexo. Es mucho más fácil para ellos.
No obstante, si lo era
o no, poco importa. A Herzog lo que le interesa el retrato de un ser
atormentado que huye de una sociedad en la que no encaja, y que trata de
sublimar sus problemas con el subterfugio de una lucha por sus ideales,
en este caso, la protección de los osos pardos. La intención de Herzog
es contar la vida de un hombre que pretendía conocer el lenguaje de las
fieras salvajes, que creía tener el don de hacer llover a través de la
oración y que dormía en su tienda, a la intemperie, abrazado a su oso de
peluche. ¿Cómo en trece años nadie le detuve y le metió de cabeza en el
consultorio de un psiquiatra?
Grizzly Man tampoco es un documental convencional. Al fin y al cabo, es un documental de Herzog, quien no tiene ningún problema en intervenir en la trama e, incluso, compararse con Treadwell. Salvo que Herzog difiere en la visión que Treadwell tiene de la naturaleza. Herzog no encuentra razgos de inteligencia o humanidad en los osos pardos, famosos por su ferocidad como depredadores. Herzog sabe que son maquinas de muerte, guiadas por el instinto y a los que sólo les interesan sólo dos cosas: comer y reproducirse.
Grizzly Man tampoco es un documental convencional. Al fin y al cabo, es un documental de Herzog, quien no tiene ningún problema en intervenir en la trama e, incluso, compararse con Treadwell. Salvo que Herzog difiere en la visión que Treadwell tiene de la naturaleza. Herzog no encuentra razgos de inteligencia o humanidad en los osos pardos, famosos por su ferocidad como depredadores. Herzog sabe que son maquinas de muerte, guiadas por el instinto y a los que sólo les interesan sólo dos cosas: comer y reproducirse.
Treadwell, por su lado, con su vocecita insoportable de
niñato y su desquiciante sonsonete de cuánto ama a los animales (“Te
amo, abejita. Te amo, Zorrito. Te amo, señor oso, los amo, los amo”),
insiste en la idea antropomórfica de la naturaleza, que no es otra cosa
que atribuirle a los animales caraterísticas propias de humanos. Buen
ejemplo de esta tendencia es La marche de l’Empereur, filme ganador del
Oscar al mejor documental en el 2006. Pero esta visión de la naturaleza
le costó la vida a Treadwell y su novia, de la forma más horrenda
posible.
Otra cosa que me llamó poderosamente la atención es la forma
en la que están editadas las entrevistas. Herzog inicia los planos de
las entrevistas mucho antes de que el entrevistado comience a hablar y
corta rato después de que ha concluido. Imagino la desesperación que
esto debió causarle a su editor, pues son esos tiempos muertos lo que
primero eliminaría un buen editor.
No obstante, estamos hablando del editor de Herzog. En esos breves tiempos muertos vemos cómo el entrevistado entra en el personaje de “Alguien que es Entrevistado”, y comienza a comportarse como supone debería hacerlo todo el mundo que es entrevistado. De la misma manera, al final, vemos cómo vuelve a ser una persona común y corriente. Es decir, sale del personaje de “Persona que es Entrevistada”.
No obstante, estamos hablando del editor de Herzog. En esos breves tiempos muertos vemos cómo el entrevistado entra en el personaje de “Alguien que es Entrevistado”, y comienza a comportarse como supone debería hacerlo todo el mundo que es entrevistado. De la misma manera, al final, vemos cómo vuelve a ser una persona común y corriente. Es decir, sale del personaje de “Persona que es Entrevistada”.
Quizás esta forma de montar es lo que hace que casi
todos los personajes de Grizzly Man parezcan tan perturbados como
Treadwell mismo. Desde el forense encargado de la autopsia, hasta su
exnovia y sus amigos. De hecho, él mismo Herzog transmite cierto
desequilibrio en su narración. Puede que se trate de una impresión
subjetiva de quien esto escribe. Quizás yo esté tan perturbado como los
personajes del filme. O acaso todos lo estemos.
Releo lo anterior y
me doy cuenta de que paso por alto un detalle importante. Aunque en
principio pudiera parecer una denuncia contra Treadwell, Grizzly Man es
todo lo contrario. Herzog se acerca a su personaje con humanidad y, aun,
con piedad. Grizzly Man es, ni más ni menos, el mejor homenaje que
alguien como Treadwell se merece.
"El hombre y el oso, cuanto más feo, más hermoso", dice un refrán español. Alude a la belleza masculina, al señalar que, en el hombre la belleza
no es importante para su virilidad y atractivo. En ocasiones puede
emplear este refrán un hombre poco agraciado como argumento
justificativo.
“El hombre y el oso cuanto más feo más hermoso”
Esto de pasar la mañana, como quien no
quiere la cosa, bajo una sombrilla, cómodamente sentada y a la orilla
del mar, da para mucho.
Observo, miro alucinada y pienso. ¡Es
que no es para menos! Por delante de mis ojos desfila un abanico extenso
de seres humanos, de todo hay, como en botica, y no es por criticar
(que también) pero no he podido dejar de fijarme en los especímenes del
sexo masculino más que en los del mío propio. Cuestión de prioridades,
me temo.
Los hombres se dividen en dos categorías
(en la playa): los que tienen pelo en la espalda y los que no. Y el
sub-grupo pertinente: los que tienen una mujer que les depila el pelo
sobrante y los que no. Bromas aparte –porque el tema es baladí y no
merece más que sonrisas-, cuando veo que se acerca una pareja a mi radio
de acción conecto el radar. Si son de edad parecida a la mía –es decir,
con posibilidad de ser abuelos- él suele acarrear la parafernalia al
uso (sombrilla y tumbonas) y ella lleva la típica bolsa de playa de la
que, enseguida, saca el maldito bote de crema protectora. Le dice al
susodicho que se quite la camiseta y presente armas: es decir, la
espalda. Ella se afana como quien cuida de un niño pequeño y cuando
termina le dice que ponga la palma de la mano donde deposita
displicentemente un chorrito más de crema para que se la extienda por el
pecho. Él suele mirar para otro lado y, disimuladamente, hace un pase
de “ziszás” y se restriega el pegotillo sobrante en el muslo.
Pero la cosa cambia completamente si se
trata de una pareja joven. Seguro –o casi- que él lleva algún tatuaje a
la vista, va bien depiladito para aparecer guapetón a los ojos de ella
–y de quien quiera mirar- y no se da crema porque ya se la ha dado
exhaustivamente antes de salir de casa (que es lo que hay que hacer para
no montar el numerito en la playa).
¿Es casualidad que los hombres de cierta
edad adolezcan de ausencia de cuidados y mimos corporales mientras que
los más jóvenes no tienen problema en cuidarse? Hace años, ayer como
quien dice, darse crema en la playa era cosa de mujeres. Lo más que se
conseguía era, en el ámbito doméstico, que se dieran el aftershave que
les echaban por Navidad… y si se daban alguna colonia era para que le
dejaran en paz.
Ya ni te hablo de depilarse o afeitarse
el exceso de vello que, como reminiscencia homínida, se les acumula a
algunos en hombros, espalda y dorso en general. El hombre “de pelo en
pecho” siempre ha tenido mucho predicamento: hombría implícita y
quitárselo equivalía pues…a todo lo contrario.
De ahí a considerar que cualquier cuidado estético era superfluo y mal visto no ha habido más que un paso.
Pertenezco a una generación de mujeres
que hemos tenido que aceptar aquello de que “el hombre y el oso, cuanto
más feo más hermoso”, aunque nosotras tuviéramos que ir con el ojo bien
pintado, la manicura impoluta y el cardado en su sitio. ¡No hay derecho!
A mí me gustaría ser joven ahora –por
probar más que nada- para poder tener un novio que se afeite todos los
días y no solamente cada tres; un novio que se dé crema hidratante y que
no te deje en carne viva allí donde deposite sus besos. Un novio que no
piense que usar una antiarrugas sea cosa de debiluchos (por no decir
otra cosa) y que entienda que no es de recibo que te dejen las sábanas
blancas llenas de pelos, pelillos y pelazos en el ejercicio de cualquier
intercambio amoroso.
¿Por qué los hombres nos refriegan su
mata de pelo –mal situada- cuando nos metemos en su txokito, -ya sabéis,
ese refugio que parece que es de oro y que luego huele a sobaquina-
mientras que nosotras somos bien cuidadosas en ir bien depiladas?
¿Costumbres? ¿Modas? ¿Esclavitud?
En todo esto pensaba esta mañana a la
orilla del mar hasta que se me ha metido un musculitos en sucinto
bañador en el ojo y he tenido que ir corriendo al txiringuito de al lado
a sacármelo con una cañita bien fresca. En fin.
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